Al parecer la ilegalidad, mafias organizadas y la corrupción internacional, extienden sus tentáculos sobre todos los procesos de las cadenas logísticas. En este caso, el eslabón que parecía más fuerte, tiene más de una debilidad. El transporte de la carga, sufre ataques matemáticos y constantes que involucran una serie de falsificaciones, robo de identidades, marcas e intermediarios fantasmas. Todo con un fin, recibir el pago final por la entrega ficticia de la mercancía en el punto de destino desviarla de su destinatario y además hurtarla.
Los estafadores se mueven en tres escenarios. En el primero de ellos, dejan que los clientes busquen sus transportistas de confianza; dicho proveedor contrata a otro por menor precio para transportar la carga y al final la roban, nadie responde. La segunda modalidad es la del robo de identidad y marca de una empresa transportadora. Los estafadores contactan al cliente, le hacen una oferta y esté pensando que es la original, le asigna la carga y se la roban. El tercero es quizás el más complejo; mafia organizada suplanta la identidad de una empresa de transporte legitima y el cliente le asigna la carga. Luego, el malhechor fantasma contrata otra empresa, pero esta vez una legal que a su vez queda enredada en el asunto, ya que el punto de destino, es la guarida de los ladrones y se roban la carga. Cualquiera de los 3 escenarios refuerza la importancia de investigar al detalle; con autoridades internacionales y locales, la veracidad de la información entregada por la empresa de transporte antes de firmar acuerdos.
Desde que en el siglo XVII el transporte de carga pasó de mulas a barcos y automotores a vapor y que se convirtiera en un negocio rentable para clientes, transportistas, corredores o intermediarios, también creció de inmediato el número de personas que de forma individual o colectiva lo han usado para robar altas sumas de dinero o mercancías. Es cuando nace la doble intermediación, una técnica que ha tomado tanto auge, que en los últimos 10 años, de acuerdo con datos de la base nacional de consumidores de Estados Unidos, desde el 2012 a la fecha se han presentado más de 80 mil quejas por doble intermediación tan solo de empresas norteamericanas; gran parte de ellas no resueltas. Situación que ha obligado a los dueños de carga a evolucionar constantemente en nuevos protocolos, procedimientos, variación de costos o investigaciones de proveedores, para asegurarse que los transportistas cumplirán su labor sin la inclusión de un doble intermediario.
Este delito internacional, involucra hoy por hoy una completa red de criminales que se conectan dependiendo su especialidad maquiavélica. Usan documentación falsa, números de contacto y teléfonos inexistentes y correos electrónicos falsos, entre otras características que impiden que sean identificados como malos operadores o dobles intermediarios.
Tan un solo día en Texas, Estados Unidos, tres empresas transportadoras reportaron que recogieron un producto 100% diferente a lo que indicaba el recibo del pedido. Uno debía recoger masa para pan congelada y en la dirección tenían libros de Amazon. El segundo iba por tomates al fresco y la carga eras aguacates y el tercero debía subir a los camiones accesorios veterinarios y le entregaron películas de plástico industriales. Nada coincidió ese día con lo que tenían que recoger y además los transportistas no preguntaron el porqué del intercambio. Los pocos que reportaron el error, evitaron que los clientes perdieran la mercancía y su dinero.
¿Cómo evitar la doble suplantación?
Es muy probable que el 90% de estos robos de carga o de pagos anticipados a empresas fantasma, se hubieran podido evitar si los dueños de los activos tuvieran las herramientas tecnológicas o protocolos para asegurarse previamente de la estafa. Al contar con trazabilidad del movimiento de la carga y la gestión de la seguridad en la cadena logística, hubieran notado que las direcciones no coinciden, que las rutas no son las habituales o que sencillamente los datos del proveedor de transporte de confianza no eran los mismos de entregas anteriores.
Las banderas rojas pueden ser fácilmente identificables cuando hay una línea de seguridad de los procesos. La doble intermediación siempre termina mal para alguien, ya sea el transportista, el cliente o el dueño de la carga; unos porque nunca reciben el pago y otros porque terminan pagando doble, situación que al final de cuentas, crea desconfianza e incertidumbre en toda la cadena logística.
En este sentido, multinacionales como Satlock en Colombia, dirigen sus esfuerzos a disminuir este flagelo en diversas ciudades de Centro, Suramérica y Estados Unidos. Trabajan en la gestión del riesgo de el transporte y distribución de mercancías a nivel global, por medio de un completo portafolio de servicios para el control y seguimiento electrónico de la carga, que incluye tecnologías y modelos operativos patentados.
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